La intención de contar con este tipo de seguro ha aumentado un 14% por encima de la cifra presentada antes de la llegada del coronavirus
Desde hace poco más de un año, las cifras de fallecidos e ingresados en las unidades de cuidados intensivos (UCI) han inundado los medios de comunicación. Pero también hemos visto la otra cara de la moneda: aquellos que, sin estar infectados por el virus del covid-19, han sentido cómo su estado de salud se agravaba. Hablamos de personas con otras enfermedades que no han recibido ni los medicamentos ni los servicios sanitarios necesarios por el colapso de hospitales. Los resultados de una encuesta realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) tras los primeros meses del confinamiento así lo confirman.
Según el documento, más de la mitad (53%) de los países encuestados interrumpió parcial o totalmente sus tratamientos de la hipertensión, el 49% los de la diabetes, el 31% los servicios de emergencias cardiovasculares, el 63% los de rehabilitación y el 42% los del cáncer. Esta última enfermedad es una de las principales causas de muerte en el mundo, y detectarla a tiempo, en la mayoría de los casos, resulta de vital importancia.
La saturación del sistema sanitario causada por el covid-19 ha derivado en retrasos en los diagnósticos y los tratamientos
La Asociación Española Contra el Cáncer ha llevado a cabo dos estudios, uno durante el primer confinamiento domiciliario —en abril de 2020— y otro en diciembre de ese mismo año. ¿El resultado? Crece con fuerza la preocupación: el malestar emocional del 34% de las personas con cáncer se disparó al inicio de la pandemia. Y esta cifra ha empeorado hasta alcanzar el 41% en la segunda oleada de la pandemia.
En este contexto, la idea de tener un seguro de vida ha surgido entre algunas familias. Así lo refleja el estudio ‘Covid-19 y el consumidor de servicios financieros’, elaborado por Capgemini: un 39% de los consumidores asegura que contratará un seguro de vida entre los próximos seis y nueve meses. Una cifra 14 puntos porcentuales por encima que la presentada antes de la llegada de la pandemia.
Aunque según datos de Unespa (Unión Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras) la contratación de seguros de vida no ha crecido durante 2020, Capgemini señala que, con base en sus previsiones, esto cambiará a corto plazo. ¿El motivo? “Las entidades aseguradoras están poniendo el foco en el diseño de propuestas de valor que dan respuesta a las nuevas necesidades de los clientes, simplificando los productos, reduciendo la complejidad operativa e incrementando significativamente la autogestión”, cuenta Javier de la Lama, responsable de Seguros de Capgemini España.
En este escenario, las empresas del sector están actualizando su abanico de ofertas, cada vez más amplio, con soluciones específicas para cada caso. Por ejemplo, Life Care, un seguro de vida de Banco Sabadell que trata de adaptarse a las necesidades y a la situación familiar de cada persona y cubre los riesgos de fallecimiento y de invalidez permanente absoluta, ya sea por accidente o enfermedad. Una cobertura que prevé la protección ante el covid-19.
“La recomendación general es que cada persona que aporte ingresos a la familia se asegure por un capital equivalente a cinco años de ingresos”
La entidad también cuenta con el seguro de protección de vida Life Care Mujer, orientado a las mujeres y que cubre en caso de padecer enfermedades graves como, por ejemplo, cáncer de mama u ovarios, entre otros. La intención es que, en esta posible situación, «la afectada pueda centrarse en su cura y recuperación, tener la opción de dejar de trabajar —como puede ocurrir— o de recibir un tratamiento privado», explica José Manuel Veiga, director de Seguros de Protección de BanSabadell Seguros. Para dar cabida a estas opciones, se adelanta una dotación económica en el momento de la detección de la enfermedad. Además, por cada seguro Life Care Mujer contratado, el banco dona tres euros a la investigación contra el cáncer. “La recomendación general es que cada persona que aporte ingresos a la familia se asegure tanto de fallecimiento como de invalidez absoluta y permanente por un capital equivalente a los ingresos de cinco años”, subraya José Manuel Veiga.